El papa deja la puerta abierta a que los curas se puedan casar

Mayo 26 (2014).- “Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta…”. No hay reglas ni zonas rojas. Los periodistas preguntan lo que consideran oportuno y el papa Francisco responde. Ya lo hizo a su regreso de Río de Janeiro –“¿quién soy yo para juzgar a los gais?”—y lo vuelve a hacer ahora en el avión de El Al, la compañía aérea israelí, en el trayecto entre Tel Aviv y Roma.

Una de las cuestiones planteadas es el del celibato obligatorio de los sacerdotes, un viejo asunto que vuelve a estar de actualidad después de que, hace solo unos días, un grupo de 26 mujeres enamoradas de sacerdotes remitiera una carta a Jorge Mario Bergoglio pidiéndole que deje de prohibir “un vínculo tan fuerte y hermoso”.

El Papa no se esconde en la respuesta a la pregunta de si está dispuesto a plantear una discusión incómoda en el seno de la Iglesia: «La Iglesia católica tiene curas casados. Católicos griegos, católicos coptos, hay en el rito oriental. Porque no se debate sobre un dogma, sino sobre una regla de vida que yo aprecio mucho y que es un don para la Iglesia. Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta».

Una de las novedades de Francisco es precisamente esa, su disposición a discutir lo discutible, sin que por ello deje de expresar su opinión. De ese modo, la vieja aspiración de un sector de la Iglesia de que los curas puedan casarse y tener hijos sin verse obligados a abandonar el ministerio sacerdotal vuelve a tener esperanza. Como también la de integrar a los nuevos modelos de familia, como los separados vueltos a casar, un colectivo muy numeroso sobre el que el próximo sínodo de la familia tendrá que debatir y llegar a soluciones.

De la misma forma que el Vaticano, aunque no con la celeridad que tal vez fuese necesaria después de décadas de parálisis, empieza a reaccionar contra los abusos sexuales a menores cometidos por sus miembros. Es otro de los asuntos sobre los que Bergoglio responde de forma clara:

— ¿Qué hará usted si hay un obispo que no ha observado estas normas, se le excluye, se le pide que dimita u otras sanciones? ¿Cómo se puede enfrentar en sentido práctico?

«En la Argentina a los privilegiados les decimos ‘este es un hijo de papá’. Pues bien, en este problema no habrá ‘hijos de papá’. En este momento hay tres obispos que están bajo investigación: uno ya está condenado y se está estudiando la pena que hay que ponerle. No existen privilegios. El sacerdote que hace esto traiciona el cuerpo del Señor porque, en vez de llevarlos a la santidad, abusa. Y esto es gravísimo. Es como… Les haré una comparación: es como una misa negra, por ejemplo: tú tienes que llevarlo a la santidad y lo llevas a un problema que va a durar toda la vida».

Información y foto: Elpais .com